Los niños habían salido al jardín. Llevaban un balde lleno de agua y la lanzaban al aire, cada vez más alto. Yo los observaba desde la ventana de la cocina, pero no entendía. Creí que sólo querían jugar a elevar el agua. Esteban gritó que no era suficiente, que había que hacer algo más. Entonces sacaron la manguera. La conectaron a la llave y lanzaban el agua, a presión, hacia arriba, muy arriba, más arriba. No podía dejarlos malgastar agua; salí. «¡Niños, dejen de botar agua!», grité. «¡Mamá!», respondieron, «tenemos que apagar el incendio» y señalaron el atardecer que ardía.
Incendio

Publicado por Mauricio López
Psicólogo de la Universidad de Antioquia. Escribo aforismos, cuentos y poemas. Doy vida a un proyecto de promoción de lecturaescritura que se llama El encantador de serpientes en: https://elencantadordeserpientes.com/ Ver todas las entradas de Mauricio López